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domingo, 1 de enero de 2023

Perderlo todo…

El miedo a perderlo todo, me persigue, me inhabilita de tal forma que mi voluntad es un 0 a a izquierda. A pesar de ese miedo, sigo avanzando, debo hacerlo. La vida no acaba aquí, es más, una nueva vida se asoma. 

Mis decisiones no pueden ser siempre las acertadas, me haría menos humano. Solo me queda aprender y aprender y, por encima de todo, ser prudente en lo que viene y debe venir. Y hay días en los que las cosas que me hacen ser yo se difuminan. Las emociones pueden conmigo. Aunque también sé que suelo salir reforzado de estos momentos, tengo y debo intentar que no me afecten en demasía. Tomar decisiones en caliente no es nunca la mejor opción. Ir al psicólogo me ayuda, le cuento cosas que no le cuento a nadie más. Debí haber ido mucho antes.

La música me acompaña, nunca falla. Mi piano se ha convertido en compañero indisoluble de viaje. Disfruto tocando, dejándome llevar. Estoy descubriendo mucha música gracias a mis clases y a mi ansia de conocer. Y por fin no me importa compartir… por fin…

Mi trabajo ha sido mi tabla de salvación estos meses. Me he encontrado con unas personas extremadamente sensibles que me han visto hundido y me han echado un par de salvavidas, o quizás más. Es una cosa que nunca podré olvidar.

Mis amigos vienen y van. Lo he tomado como algo inevitable. Debo moverme yo para estar bien, debo ser yo para estar bien. Seguramente ha habido alguien que nunca ha dejado ni deja de estar. Gracias infinitas…

Afrontar el futuro es algo costoso para mi, yo, hombre sin voluntad, incapaz de mirar fijamente, siempre de soslayo, siempre con pulsaciones de más. Egoísta en el mal sentido. ¿Qué es lo correcto? Soy muchas veces un charlatán que juega un rol. Eso no lo quiero, no más. 



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