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viernes, 4 de octubre de 2013

Toda la verdad..

Toda la verdad es prácticamente imposible de describir y escribir en unas líneas. Unos pensamientos se solapan con otros como si fueran "abusones", y no les dejan salir a la luz. En muchos meses que llevo buscando la verdad han pasado muchos episodios, muchas vicisitudes que me llevan al mismo lugar, al mismo momento. Yo, delante del teclado, página en blanco, toda la verdad...


El trabajo consigue una cosa curiosa. Hace que prácticamente toda tu vida gire en torno a él, ¿verdad? Las conversaciones sobre la vida se convierten en conversaciones de la vida en el trabajo, es decir, lo que nos ocurre antes de ir a trabajar, durante el trabajo, y finalmente, los efectos de haber trabajado las ocho horas de rigor.

¿Es que no hay nada más? Me niego y reniego de esa atadura emocional a algo que no me emociona nada. Descubro que todo lo que una vez conseguí se ha ido poco a poco por el sumidero. Todas aquellas tardes delante de un folio escribiendo ideas, escribiendo canciones. Todo aquello se quedó sin vida, dentro de una caja, dentro de una carpeta, de un ordenador a otro, de nube en nube...

Y me planteo volver a eso. Y me doy cuenta que es imposible. Que cada momento tiene su trozo de historia, y cada historia tiene su fin. Sólo quedará el recuerdo y pequeños destellos similares a éste, y otros tantos, guardados en un servidor de internet, listos para ser borrados el día que deje de existir.

Mientras tanto, el trabajo irá secando mi verdad, irá dejándome vacío de ideas y de intenciones. Los días azules y la insoportabilidad se darán la mano, y cada momento de recuerdo de lo que una vez pudo ser pero no fué, será preciso y precioso. Como una estrella fugaz, que dura eso...