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miércoles, 28 de abril de 2010

Perdidos y Kang (y II)

Ya me da igual cómo termine Perdidos, en serio, me da exactamente igual, ya he sentido esa fascinación propia de un niño chico con todo lo que he visto. Esto no significa que no quiera seguir viendo lo poco, poquísimo que queda. Pero la fascinación ya la tengo aquí, conmigo, y no creo que se esfume en poco tiempo... durará bastante, os lo prometo. Y es que esa sensación de fascinación por algo pocas veces se tiene (o pocas veces somos conscientes), y cuando se tiene es mejor saborear, aprovechar, vivir el momento, porque una vez que se vaya no volverá, estad seguros de ello.

La fascinación de comprarte un disco, y escucharlo por primera vez; pero sobre todo la fascinación de escucharlo una y otra vez, y descubrir cosas que antes eran inaudibles y que ahora se tornan presentes.

La fascinación de ver una película y al cabo del tiempo reflexionar sobre ella, y darse cuenta de que encaja contigo, de que quieres volver a verla para poner tus cinco sentidos en la pantalla, en el sonido, en todo lo que la rodea.

La fascinación de sentirse vivo y de hacer lo que a uno le gusta y le parece grande... eso, eso.. pocas veces ocurre, pero cuando os pase no lo viváis como cualquier otro momento, que no sea vulgar, que se convierta en un momento que os marque, que os acordéis cada vez que algo mágico ocurra cerca vuestra... sólo os digo eso... yo ya estoy alerta.. por si acaso...

Kang.

jueves, 22 de abril de 2010

La única razón..

La única razón que puedo encontrar para todo lo que pasa se halla escondida, oculta, en no sé dónde. Creo que en ninguna ocasión logré vislumbrar lo que me ocurría de forma clara y distinta, que en ninguna ocasión hice lo que debía o lo que correspondía. Eso es así y ya no hay forma de cambiarlo, ¿o sí? Sólo hay que imaginar. La imaginación es más fuerte que cualquier otra facultad humana. Es lo que nos hace libres, lo que nos hace vivir cualquier vida, en cualquier tiempo y en cualquier espacio.
Y después de imaginar, después de soñar, ¿qué? Vuelta a la realidad, vuelta al desasosiego, a la extrañeza de no saber quién soy, de no saber dónde estoy ni hacia donde dirijo mis pasos. ¿Es esto el ser humano? ¿o hay algo más? Si es así que alguien, por favor, lo proclame a los cuatro vientos, que lo grite hasta quedarse sin voz, que lo comparta con todos nosotros, los estúpidos que una vez pensaron en que había algo más.

miércoles, 7 de abril de 2010

Situaciones...

Ayer viví dos situaciones pintorescas, la primera ocurre mientras voy en mi nave espacial por la autovía y, de repente, caravana. Al cabo de unos cientos de metros parece que se va despejando el camino, cuando de repente me empiezo a percatar de la presencia de cajas y paquetes de compresas repartidos por todo el asfalto. Era evidentemente la causa del tumulto de vehículos. Y mientras prosigo mi marcha veo que desde un coche parado en el arcén desciende una señora y comienza a recoger los susodichos paquetes. Nadie más se paraba (por lo menos en ese momento), y todos nos limitamos a subir de marcha y a pisar el acelerador a fondo para salir lo antes posible del singular atasco.
La segunda ocurre en el hospital. Dentro de las innumerables horas de espera en los pasillos, uno siempre se percata de cosas que de otro modo pasarían desapercibidas. Veo, de repente, a una pareja mayor, ella delante de él, y centro mi atención en la figura de él ya que andaba de forma peculiar, con los pies apuntando hacia dentro, sintomático de algún tipo de degeneración en dichas articulaciones (los años no pasan en balde). Pero lo que me dejo perplejo fue la posición de los dedos de sus manos: todos los dedos recogidos menos ambos índice, estirados apuntando hacia el centro de la tierra. Una imagen curiosa sin duda.

Que por qué os cuento esto? La verdad es que lo llevo pensando desde ayer y lo único que se me viene a la cabeza es que las cosas más inesperadas ocurren constantemente, ocurren sin parar, ocurren todos los días a todas horas, lo que cambia es nuestra forma de percibir, nuestro nivel de atención es distinto, ni menor ni peor, sólo distinto, únicamente distinto.

Las situaciones inesperadas y distintas son como el aliño de una ensalada, es lo que hace distinguir lo cotidiano, lo repetitivo, de lo extraordinario, de lo singular...

Espero haber ayudado con mis reflexiones ipodizadas.

Un saludo a tod@s.

Kang.