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jueves, 31 de marzo de 2011

paraisos perdidos

En cosas triviales me fijo yo, sí, y en las no triviales también. Una de las situaciones que no nos suelen gustar es la de preguntar a alguien que trabaja en cualquier sitio acerca de lo que buscamos; ¿que por qué no preguntamos? está claro, después de tantas malas, desganadas, poco útiles respuestas, nos decantamos por fiarnos de nuestro instinto o bien dejarnos llevar por nuestra inconsciencia. En fín, que no debería ser noticia, pero lo es cuando nos encontramos con alguien amable, simpático, empático y efectivo en su trabajo. Da un poco de pena, pero este mundo no está hecho ni preparado para amabilidades ni empatías. Desde luego que no.

En cuanto a las cosas no triviales parece ser que hay algo que me falta por todos los costados, y es la constancia. La falta de constancia te lleva a ser inconstante, con todo lo que eso significa; cae por su propio peso, ¿verdad? Lo más fácil es lo que nos gusta, y lo más difícil lo dejaremos para luego más tarde. Por ejemplo, hace un mes creo que empecé a escribir una especie de historia o relato corto; pues bien, ahí sigue, estancada... porque es más fácil que nos den las cosas hechas, que nos acribillen a pantallazos antes que acribillar nosotros. A eso se le llama inconstancia o, más llanamente, "vago de los cojones".. ejem..

Las cosas no llegan así como así, por lo menos las no triviales; las otras no las conseguimos, nos consiguen ellas a nosotros, nos atrapan y nos derriten el cerebro. Por cierto, esta noche volveré a ver la televisión, como casi siempre, y plácidamente notaré como mi cerebro se deshace poco a poco..

Hasta pronto.

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